Neuróticos del mundo, uníos
En vez de saludar como es debido el retorno de Vicente Fox, ese estadista clown, a la palestra encarnando a una suerte de Gandalf blanquiazul, para darle rumbo y certidumbre –y un poco de glamour– al PAN, chillan. Yo sí lo extrañaba.
Y es que en México lo único que sabemos es ponernos histéricos y hacerla de jamón. Ahí tienen la consulta energética promovida por el PRD que unió a todos los neuras de la patria en su contra. La ocurrencia consultiva despertó tales enconos y disparates, que cualquiera diría que el tema era el cambio de nombre para la Virgen de Guadalupe y no un simple par de preguntas a la ciudadanía sobre el destino de Pemex. Bueno, tengo la tesis de que si los cuestionamientos hubieran sido del tipo: ¿Verdad que Calderón es maravilloso y genial y que su propuesta energética es lo más inteligente y sensible que ha habido en México desde la invención de la tortilla? O ¿No sería espléndido que Pemex se venda a la Exxon y la Halliburton en abonos chiquitos para que paguen poquito? Aún así la habrían hecho de pex los más incondicionales del calderonismo que encarnaron dramas que ya hubiera querido Simplemente María. De hecho, sé de buena fuente que las protagonistas de las telenovelas se la pasan viendo noticiarios y leyendo a ciertos editorialistas para incorporar sus berrinches a los melodramas que interpretan en Las tontas no van al cielo, Lo que callamos las mujeres y demás maravillas del melodrama ranchero.
Es irónico que los baluartes de la democracia (siempre y cuando esté sancionada por Luis Carlos Ugalde y la nueva banda TimbirIFE), no les haya preocupado que en ninguna propuesta, ni en la de Jelipillo ni en la del PRI que tantos elogios recibió como si Manlio Fabio Superstar fuera La Corregidora, no apareciera ni por equivocación el sindicato de Pemex que tan atinadamente dirige el siempre humilde Romero Deschamps como si fuera tienda de raya.
Lo más irónico es que se ponen como Niurka cuando se encabrona porque la oposición se opone y no sea comparsa. Les preocupan los costos y el financiamiento, como si fueran adalides de la austeridad republicana. Y si, como dicen, la consulta estaba amañada, sirve para maldita la cosa y carece de legitimidad política, ¿entonces por qué les molestó tanto? La hubieran dejado morir de inanición y ya.
Ah, es que se pedía la opinión de la ciudadanía, a la que tanto se invoca, apela y en nombre de quien se idean tantas maravillas, pero la que se queda siempre mirando la orgía desde una ventanita en la zotehuela.
jcalixto@milenio.com
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