“Hay mucho literato mamón”
Con esta frase, Alí Chumacero, poeta de portentos y domador de basiliscos, describe el escenario de la cultura nacional, compuesto por esta clase de criaturas. El maestro argumenta: “El literato mamón es apretado. El escritorcito que llega a apantallar es un mamón y además un imbécil”. A pregunta expresa de Jorge Luis Espinosa en MILENIO, sobre si hay muchos apretados en las letras mexicanas, don Alí responde: “Casi todos. No los puedo citar para evitar que sus mamonerías nos perjudiquen o me retiren el saludo (además, jarritos de Tlaquepaque), pero la mayoría de mis cofrades cree que ya se comió al mundo, que se lo merecen todo, y claro, merecen mucho, pero también deben ser más generosos de lo que son”.
Pero la mamonería no es monopolio de los literatos. Los políticos que viven bajo el influjo del síndrome de la Bikina, altanera, preciosa y orgullosa, tienen lo suyito.
De otra manera no se explicaría, por ejemplo, el nacimiento de un nuevo TUCOM, Todos Unidos Contra Manlio Fabio Superstar, encabezados por dos grandes de la mesa que más aplauda, Jorge Hank Rohn (que elevó el pene de burro a los más altos niveles de la alta costura política) y Manuel Espino (el ultraderechoso más cotorro del momento). Sólo a través de la mamonería se podría encontrar el origen del odio fonqui que don Beltrones tiene contra el Cisen, a tal grado que va a exigir que la PGR le aplique el método New’s Divine a la institución que, según él, ya sabe quién es porque lo ha estado espiando. O sea, ni que fuera Galilea Montijo.
Sin el halo protector de la mamonería, ciertas cosas no tendría sentido: que el gobierno calderónico se vaya a gastar 45 millones de dólares en las embajadas de Tokio y Pekín quesque para ahorrarse lo de las rentas (mejor que compren un departamento de interés sexual –embajada de día, teibol de noche– para ayudarse); que funcionarios de Ulises Ruin desvíen recursos públicos por 359 mdp, para darse una vida como la de la Gordillo y Romero Deschamps; o que el 71% de los habitantes de la delegación Miguel Hidalgo –donde la plutocracia hace su nido en el DF– reprueben a la yunquista-panista Gabriela Cuevas, pues al parecer ven a esta delegada, que se creía más bonita y reaccionaria que ninguna, muy populista y cuasi marxista. Ingratos.
Sólo con la lupa de la mamonería se puede entender que Joel Ortega creyera que declarando que no iba a permitir que su buen nombre fuera manchado, podía conservar la chamba.
Ya lo dice Alí Chumacero: “El agua es para el bautismo y algunos primitivos la usan para bañarse”.
jcalixto@milenio.com
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