SALVADOR GARCIA SOTO-EL UNIVERSAL
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Oda a la madre", por Emilio González Márquez
30-abril-2008
¿Cuánto le vale al gobernador de Jalisco la opinión de sus gobernados sobre sus actos y decisiones de gobierno? "Me vale madre", nos dijo él mismo cuando, con un discurso totalmente autoritario y completamente etílico, afloró la real personalidad de Emilio González Márquez, el mandatario de más reciente ingreso a la triste y vergonzosa galería de los "gobers" impresentables que proliferan en varios estados de la República.
Cuando Germán Martínez Cázares, el belicoso dirigente nacional del PAN se ufanaba de que, a diferencia de los perredistas que "vive en su cochinero interno" o atacaba a los priístas que "sueñan con el regreso de la presidencia imperial" , el Alzheimer político o la viga en el ojo ajeno, le impidió ver que en su partido también se cuecen habas y que gobernadores como el jalisciense Emilio González no hablan precisamente de una clase panista pura y casta, como la que exhalta su dirigente nacional.
Eso sí, el mismo Germán marcó su distancia con el ahora llamado gober piadoso. Cuando le preguntaron al dirigente nacional del PAN qué pensaba de los actos del gobernador de su partido, respondió que "no mete las manos al fuego" por él.
Porque ante las críticas que se han desatado dentro y fuera de su estado, por disponer de recursos públicos –90 millones de pesos- como si fueran de su cartera para dar jugosas limosnas a la Iglesia católica de Jalisco, el gobernador de Jalisco no tuvo mayores explicaciones ni argumentos que un "chinguen a su madre" a todos los que cuestionaron su donativo para financiar la construcción del santuario de "Los mártires", en el municipio de Tlaquepaque.
A Emilio lo traicionó su pasado sinarquista y cristero. Antes de afiliarse al PAN, del que es militante de reciente cuño, el hoy gobernador jalisciense dirigió y encabezó el desaparecido Partido Demócrata Mexicano, mejor conocido como el "gallito colorado". Esa organización política aglutinó y representó durante décadas a los herederos del movimiento cristero que en los años 20 se embarcó en una guerra civil religiosa contra el gobierno de Plutarco Elías Calles, que decretó el cierre de los templos católicos en el país, y que tuvo su principal fuerza en las regiones del Bajío y en la región de Los Altos de Jalisco.
El proyecto del santuario de "Los mártires", que lleva a cabo la Arquidiócesis de Guadalajara, y que impulsa el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, se propone figurar como uno de los santuarios religiosos más importantes del país; con una construcción arquitectónica imponente y dedicada al culto de los combatientes del movimiento cristero que lucharon contra el gobierno "en defensa de su fe" y que fueron canonizados por el papa Juan Pablo II en su última visita a México el 20 de noviembre del 2005.
El mandatario jalisciense no sólo es un fervoroso católico, cosa totalmente respetable, sino que se formó en la más pura tradición de la Unión Nacional Sinarquista; la misma que mantuvo los postulados cristeros y defendió, durante décadas y con el PDM cmo brazo político, la necesidad de un gobierno católico en México y la jerarquía del clero religioso sobre el poder político.
A pesar de la pluralidad y la diversidad existentes en ciudades como Guadalajara, Puerto Vallarta o Ciudad Guzmán, Jalisco es uno de los estados más conservadores del país y desde el arribo de los panistas al gobierno del estado, en 1995, las ex presiones de conservadurismo en algunos sectores de la sociedad jalisciense se han acentuado.
Si por algo se recuerda al gobierno de Alberto Cárdenas fue la prohibición de las minifaldas y el acoso a los homosexuales; Francisco Ramírez Acuña quedó marcado por la golpiza a los globalifóbicos y la violación a sus derechos humanos y ahora Emilio González hace gala de su generosidad con la Iglesia católica y del "valemadrismo" como filosofía de gobierno.
Conociendo su pasado, es fácil deducir que al gobernador Emilio González lo movió, en su decisión de donar recursos públicos para financiar una obra religiosa, su fe y su convicción personal. Según las encuestas, hay un amplio sector de la sociedad jalisciense, católicos en su mayoría, que no ven mal la decisión del gobernador y creen que hizo lo correcto. Pero también hay los que cuestionan que con su donativo, el gobernador no sólo desvío recursos públicos sino que violentó la laicidad del Estado establecida en la Constitución que juró respetar al asumir el cargo.
Como único intento de explicación, antes de que los efectos del alcohol lo hicieran sincerarse y expresar su verdadero talante autoritario, el mandatario jalisciense argumentó que si donó dinero del erario a la construcción del santuario fue porque esta obra podrá generar empleos y turismo para la entidad, además de que –en la lógica de "que tanto es tantito"— justificó que su aportación sólo representa 4.5% del costo total que tendrá el megaproyecto religioso.
¿Cinismo o ignorancia? Por qué el gobernador no invierte esos 90 millones en obras como caminos y escuelas que tanta falta hacen en varias regiones de Jalisco, especialmente en la zona huichol del norte del estado o los depauperados municipios del sur del estado, de Los Altos o de la Costa, que además de ser semilleros y expulsores de mano de obra indocumentada a Estados Unidos, son en el caso de municipios serranos y costeros, productores de enervantes y paraíso de los narcotraficantes que emplean a campesinos y pobladores como burreros para enviar droga a la frontera norte.
Por si fuera poco, el de 90 millones no es el único caso de "donativos" o más bien transferencias de recursos públicos a la jerarquía católica de su estado. El gobernador también le dio otros 15 millones de pesos a la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos de la Arquidiócesis de Guadalajara para combatir el rezago alimentario, bajo el argumento de que era parte de sus programas sociales para combatir la pobreza en la entidad.
¿Debe quedar el caso del gobernador de Jalisco como una anécdota más de nuestra folcklórica política? ¿Igual que el gober precioso Mario Marín o el gober penoso Ulises Ruiz, el gober piadoso quedará impune tras sus desvíos y sus expresiones de desprecio a lo que piensan sus gobernados? ¿Protegerán el presidente Calderón y el PAN a un político que desprestigia a su partido? ¿Impedirán los panistas en el Congreso de Jalisco que prospere la solicitud de juicio político que ya se presentó contra González Márquez? ¿Se merecen los jaliscienses un gobernador de ese nivel? ¿Hasta cuándo los gobernadores seguirán actuando como los virreyes que hacen y deshacen en sus estados sin que ninguna instancia pueda controlar sus excesos y violaciones?
El tema está en la mesa. Ustedes tienen la palabra.
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