DON´T MESS WITH SALINAS



No te metas con Salinas
Ojo por ojo
Álvaro Cueva

Sí, algo en mi interior siempre me dijo que Miguel de la Madrid era un viejito chocho incapaz de ir al baño solo, mucho menos de hilar dos frases coherentes o de decir algo digno de ser tomado en cuenta.

Usted lo ha escuchado. ¡Pobre, hombre! ¡Todo se la olvida! Y la manera como se expresa, confundiendo nombres, circunstancias, y pasado y presente, es como para que su familia lo encierre en un asilo.

Por otro lado, siempre tuve la certeza de que Carlos Salinas de Gortari era un ejemplo de decencia, honradez y patriotismo, un hombre bueno, justo y generoso con el que México estará permanentemente en deuda.

Lo que pasa es que Carmen Aristegui es una charlatana del periodismo, una reportera mala onda del Tv Notas que nomás está buscando la manera de perjudicar a los demás.

De seguro, El Peje le soltó una lana para que, con sus encantos, engatusara a Miguel de la Madrid y lo obligara a hablar mal del PRI en estos tiempos electorales.

Es más, casi, casi, hasta podríamos afirmar que Carmen editó las palabras del ex presidente, una por una, para que dijera cosas que jamás dijo. Sí, de seguro eso fue lo que pasó.

No cabe duda, ya no hay moral.

¿Así o más ridículo? Lo que acaba de pasar entre Carmen Aristegui, Miguel de la Madrid, el PRI y Carlos Salinas de Gortari es impresionantemente escandaloso.

Y mire que después de todo lo que usted y yo hemos visto desde que empezó el año, hablar de que algo suene todavía más escandaloso, está de locos.

¿Qué fue lo que pasó? A menos de que usted dependa de la información que dan las televisoras más grandes y poderosas de nuestra nación, resulta que Carmen Aristegui le hizo una extraordinaria entrevista al ex presidente Miguel de la Madrid.

Don Miguel dejó muy mal parada a la familia de Carlos Salinas de Gortari, se convirtió oficialmente en el primer ex presidente en la historia de México en hacer trizas a su sucesor y, de paso, terminó de quemar al PRI y a los políticos de nuestra nación.

Lo chistoso es que en cuestión de horas, y tras un montón de situaciones como de película de El Padrino, el señor De la Madrid se desdijo haciendo que esta nota creciera a dimensiones aun mayores.

Obviamente ni usted ni yo nos chupamos el dedo y a lo largo de todo ese circo jamás escuchamos apreciaciones que no hubiéramos escuchado en alguna otra parte.

Además, tenemos suficiente memoria como para recordar el sexenio de Miguel de la Madrid, las peculiaridades de su administración y los tiempos del PRI, entre otras “sutilezas”.

Lo verdaderamente terrible aquí es la convergencia y la amenaza.

¿Convergencia de qué? De esta sensación de que México es manejado por una especie de mafia superior a cualquiera de nuestras instituciones con la figura recurrente de Carlos Salinas de Gortari.

De esta idea de que todo se está desmoronando, desde el trabajo de nuestras autoridades hasta la lealtad en un partido que aparentaba ser tan sólido como el PRI; con una temporada electoral caracterizada por el hartazgo, la censura y la desesperanza.

¿Qué clase de ilusiones podemos alimentar en semejante contexto? ¿Con qué entusiasmo vamos a ir a la urnas? ¿A qué podemos aspirar como ciudadanos y como padres de familia?

El conjunto de todos estos estímulos es como una invitación a la desgracia, a la migración, a dejar de creer, a rascarnos con nuestras uñas.

Cuidado que por aquí comienza la promoción del delito, del abstencionismo y de muchos conflictos sociales. Cuidado.

¿Y lo de la amenaza? ¿Por qué le digo que además de la convergencia lo verdaderamente terrible aquí es la amenaza?

Porque el mensaje fue muy claro: Si algo o alguien es capaz de aniquilar el discurso de un ex presidente en cuestión de horas, ¿de qué no será capaz si se tratara de otro individuo o de algo todavía más serio?

¿Quién más, en este México pachorrudo y burocrático, tiene esa capacidad de respuesta?

Hacer lo que se le hizo a don Miguel de la Madrid es como si lo hubieran borrado del mapa, como si lo hubieran matado. A partir de ahora, cualquier cosa que haga o que diga no cuenta. Adiós.

¿Quién se apunta para que le pase lo mismo? ¿Quién se anima a repetir las cosas que don Miguel dijo? ¿Quién se atreve a comentar otras que pudieran ser todavía peores, esté en el PRI, en el PAN o donde sea?

Sí está de pensarse, ¿no?

¡Atrévase a opinar!
alvarocueva@milenio.com
http://impreso.milenio.com/node/8576667
CREO QUE TODOS DEBERÍAMOS VOTAR POR EL PRD NOMÁS PARA DARLE EN LA TORRE A ÉSTE PELÓN MERCENARIO.

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