JACOBO ZABLUDOVSKY
Calderón Mouriño ¿S.A.?
La acusación me parece grave. La hizo el jueves Andrés Manuel López Obrador en mi programa de radio De 1 a 3:
“Detrás de este afán privatizador está el interés del grupo Calderón-Mouriño, de hacer negocios para una minoría y sobre todo para darle entrada a intereses extranjeros. Han manejado una serie de mentiras, ese spot manipulador y toda esa campaña costosísima”.
El que acusa está obligado a probar, según el viejo principio jurídico. El acusado tiene derecho a exigir pruebas. López Obrador reiteró: “Detrás está el interés de lucro, la codicia de este grupo de Calderón-Mouriño que quieren montarse en el negocio del petróleo. Nosotros no podemos permitir esto porque estaríamos entregando lo que es del pueblo a un grupo de ambiciosos. Pero, sobre todo mientras el petróleo permanezca como propiedad de la nación tenemos los mexicanos la esperanza en convertirlo en palanca de desarrollo para industrializar a México, crear empleos, fortalecer el mercado interno, bajar el costo de la luz, del gas, de las gasolinas”.
Invité a hablar a López Obrador como he invitado al presidente Felipe Calderón, al secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y al director general de Petróleos Mexicanos, Jesús Reyes Heroles. El Presidente acusó recibo, Mouriño no contestó, pero días después estuvo en seis noticiarios de radio y en uno de televisión, repitiéndose en todos las mismas preguntas y respuestas, y el señor Reyes Heroles me dijo que sí, luego que más tarde y lo sigo esperando. Esto explica por qué se presenta López Obrador en mi programa. Porque él acepta y otros prefieren hablar donde se sienten más cómodos. Allá ellos.
Dijo López Obrador: “Nos oponemos a que se privatice el petróleo y crece en la conciencia de millones de mexicanos que esto no se puede permitir, se trata de un asunto fundamental, hablamos de una disputa por la nación. Yo creo que es el petróleo lo que va a definir qué país queremos al futuro, si queremos seguir siendo eso, un país, o nos vamos a convertir de plano en una colonia”.
Mientras transcurría la entrevista empezaron a recibirse llamadas telefónicas espontáneas, en pro y en contra de la apertura del programa y también en torno al personaje entrevistado. Un dato sorpresivo: en la entrevista anterior, unas cuantas semanas antes, cuando denunció a Mouriño como sospechoso de tráfico de influencias, un aproximado 40% estaba a favor de López Obrador. Al terminar la entrevista de hace cuatro días la opinión de los escuchas en su favor era de más de 80%. No pretendo que eso sea una encuesta profesional, pero no deja de ser un síntoma.
“Estamos decididos a poner en práctica acciones de resistencia civil y nos estamos organizando, ahora me he dedicado a eso, la clave está en que estemos organizados, que haya disciplina, porque todas las acciones que vamos a llevar a cabo se tienen que desenvolver en el marco de la no violencia y vamos a hacer valer los derechos de la gente, es una especie de legítima defensa ante un atraco, ante una felonía, ante un acto de traición a la patria”.
Le pregunté si estaría dispuesto a un debate público con Felipe Calderón: “Claro que sí, lo he estado planteando de cara a la nación, podemos llevar a cabo un debate, que él disponga cuáles son sus razones, que yo exponga las mías y la gente decida. Que no se ande por las ramas. No habla de este asunto, no habló, no ha hablado hasta ahora del tráfico de influencias de Mouriño, de su asociación con Mouriño, no trata el tema de Pemex, están queriéndolo sacar a través de acuerdos con las cúpulas del PRI, con Manlio Fabio, con Gamboa, están queriendo llegar a acuerdos y desde luego con los medios de comunicación. Yo le propongo, y qué bien que usted me lo plantea, que debatamos sobre este asunto, cuando él lo determine de manera respetuosa. Yo llevo mis argumentos, que él lleve los suyos. Yo le voy a demostrar de que no hace falta reformar las leyes para entregarle el petróleo a extranjeros. Tengo la plena seguridad de que se trata nada más de un negocio de un grupo, va a generar más daños a los mexicanos y afectar la soberanía nacional”.
En otros países a nadie sorprende que el jefe de Gobierno debata con el jefe de la oposición. Este título no lo tiene López Obrador, pero de hecho lo es, a menos que se pretenda abanderar como opositores a los señores Beltrones o Gamboa, exceso propio de Ionesco en su teatro del absurdo.
Mientras espera la respuesta de Calderón, López Obrador advierte que no se va a estar quieto, pero promete no llegar a la violencia: “Hay millones de mexicanos, mujeres y hombres conscientes y dispuestos a luchar por una transformación, a abolir este régimen caduco de corrupción y a crear una nueva república. Cuando se presente la iniciativa de reforma comenzarán las acciones de resistencia civil pacífica, nos estamos organizando con ese propósito”.
El tema no se agota, pero es indispensable que se escuchen todas las opiniones y no sólo las oficiales que acusan cierta marcha atrás, una necesidad cada vez más urgente de llamar a Rubén Aguilar y decirle vuelve, todo olvidado, explícanos lo que quiso decir el señor.
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