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Martí Batres Guadarrama
Objeciones de la Memoria
19 de septiembre de 2008
Retirar la iniciativa energética generaría unidad


En su arenga del 16 de septiembre, y frente a los terribles acontecimientos ocurridos un día antes en Morelia, Michoacán, Felipe Calderón “demandó” la unidad de todos los mexicanos “sin excepción”.

De ello se infiere que después de hechos tan graves donde se atenta contra civiles, aquél considera que no debe haber ninguna interferencia, ninguna distracción que debilite la lucha en contra del crimen organizado que tanto se ha empoderado últimamente.

Suponiendo sin conceder que así sea, que en efecto Felipe Calderón anhele la unidad de todos los mexicanos para concentrar totalmente su atención en el combate de este mal y de quienes lo encarnan, eso significaría que ya no buscaría más conflictos, más peleas, más divisiones.

Derivado de lo anterior, habría que esperar que en las próximas horas retire su iniciativa de reforma energética que tanto ha dividido a los mexicanos. Si así ocurriera, automáticamente estaría haciendo a un lado el principal frente de batalla política que hoy ocupa el tiempo fundamental de sus preocupaciones, de su discurso, de su agenda.

Los millones de mexicanos que rechazan su iniciativa energética por considerarla una violación a la Constitución, una claudicación en la defensa de la soberanía nacional, una destrucción del patrimonio nacional, e incluso una tentativa de traición a la patria, recibirían con buen agrado dicha decisión.

Si por el contrario, si no la retirara, querría decir que seguirá invirtiendo tiempo, esfuerzo, energías y recursos para pelear en contra de muchos otros mexicanos que piensan distinto de él y que incluso en este tema son mayoría. En otras palabras, si no retira su propuesta reiterará que en realidad no le importa, no le interesa la unidad de todos los mexicanos.

Quienes hoy defienden el petróleo para México no van a renunciar a su lucha. Por el contrario, si aquél persiste en dicho proyecto tendrá que enfrentarlos.

Sobre las bases descritas, pronto podremos saber si a Calderón realmente le interesa la unidad o si sólo ha empleado un discurso perverso para tratar de colocar a sus adversarios políticos en el mismo saco donde ubica a “los enemigos de México”. En dado caso le esperan días aciagos a la nación, porque en la defensa de lo que es nuestro, de todos los mexicanos, no se va a ceder frente a ningún chantaje.

Es él quien debe mostrar en los hechos cuál es su verdadera prioridad. Con un poco de sentido común y sensibilidad política podría aprovechar esta gran oportunidad para conciliar. Pero tal vez eso sea mucho pedir.

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