MACANAZO NORTENO!



De policias y ladrones

Por muy respetable que sea la marcha contra la inseguridad, y por mucho que se grite "ya estamos hartos", la realidad es que la violencia en México tiene un origen económico que, desdichadamente, ha desgarrado el tejido social y difuminado la frontera entre la coexistencia pacífica de largo plazo y la permisividad de las urgencias en corto.


Ni se trata de policías mal armados como alega Calderón, ni tiene García Luna cara para apuntar dedos a la "base social que da sustento" al narco. Se trata de dinero. Punto.


Sencillamente, me niego a pensar que el mexicano en particular, y en general la especie humana, sea "malévola" por naturaleza. De una u otra forma, todos nuestros actos tienden a un bien, aunque sus consecuencias fastidien al prójimo.


Así que yerra Calderón cuando hace acto de demagogia y hace "suyas" las demandas de los dirigentes de la marcha Iluminemos México, y asevera que la inseguridad pública "es consecuencia de una descomposición gradual y creciente de instituciones públicas", pues hace referencia a los síntomas, no a las causas.


El señor Calderón dice que el crecimiento de la criminalidad y su virulencia obedece a la impunidad, a la falta de acción de las autoridades por negligencia, incapacidad o "franca corrupción en algunos casos". Y afirma que esto es posible por una fuerza policiaca "cada vez con menos incentivos para rechazar de manera contundente la acción intimidatoria o corruptora del crimen".


¿Con esto quiere decir el señor que esto se resuelve con policías honestos, bien pagados, y armados hasta los dientes? Hagamos de México un campo de batalla, entonces. Me suena a los Estados Unidos, que meten millones de dólares a cazar capos en vez de promover una vida libre de drogas entre sus jóvenes.


Claro, se debe buscar la forma de tener cuerpos policiacos profesionales, en los cuales el riesgo inherente al trabajo se compense con una vida digna y con herramientas suficientes para cumplir las tareas asignadas.


Pero mientras la educación en México siga en declive, drenada por funcionarios ignorantes y negligentes, así como por un horrendo sindicato de maestros mediocres, y mientras los niños mexicanos sigan creciendo en barrios destruidos (física y socialmente), y con su más alta perspectiva de vida en una mal pagada e insalubre maquiladora, delinquir seguirá siendo una opción viable para millones.


Oportunidades, señor Calderón, es lo que se necesita. Que se deje de privilegiar a unos cuantos, para que la brecha entre un puñado de familias ricas y millones de pobres se cierre, ésa debe ser su prioridad, no pistolas.


Eso sí, aunque su discurso sea eso, puro discurso, el combate a la corrupción debe ser prioridad ya. Pero que no empiece con los policías o con los tránsitos, sino con sus Secretarios de Estado y sus jugosos contratos con Pemex o con otros organismos públicos.


Hágale caso a Octavio Romero Oropeza, ex oficial mayor del Gobierno del DF, por ejemplo, y échele un ojo a ese contrato de Pemex Exploración y Producción con la naviera Bergesen Worldwide Ltd. por mil 134 millones 693 mil 18 dólares, por un buque supuestamente "nuevo" y donde se incluyen 131 millones de dólares para gastos fantasma; por despacharse con la cuchara grande, señor Calderón, ¿por qué no vela porque rueden las cabezas de Ramírez Corzo, Morales, Reyes Heroles, y los demás señalados en una denuncia del FAP? ¿O es que acaso prefiere comenzar con los policías de barrio antes que con sus cuates y con los "peces gordos"? Ah, qué bien, entonces es usted cómplice de la corrupción.


Verá, es que no es lo mismo estudiar economía en la Universidad de Tampa y luego ordeñar Pemex (o al magisterio o a la partida secreta de la Secretaría "X"), que vender carrujos de mota a los 12 años, luego de crecer sin agua ni drenaje en un barrio bajo de Tijuana, sin escuela digna ni canchita de futbol ni servicio médico.


Da una risa tremenda, entonces, declaraciones como las de García Luna durante su sesión con la comisión de seguridad pública de la Cámara de Diputados. El Secretario asegura que la delincuencia no sólo utiliza acciones impactantes como decapitar personas o dejar mantas para atemorizar a los ciudadanos, sino que también cuenta "con una base social que le da impunidad".


Y yo le pregunto, ¿tiene el Gobierno cara para acusar a esa "base social" de no denunciar al traficante del barrio, si es la única autoridad de los alrededores y si denunciarlo significaría perder la vida? Más aún, en partes del País los únicos servicios y prosperidad que llegan provienen de manos de delincuentes, porque la autoridad ni sus luces.


Vamos dejándolo claro. México vive de tres cosas: narcotráfico, remesas de dólares enviadas por paisanos en Estados Unidos y Pemex. Si no hay alternativas, el País está frito. Se necesitan opciones, señor Calderón, no rifles.




javieralberto@gmail.com

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