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Ya estoy harto de Juanito
Ojo por ojo
Álvaro Cueva
¡Escándalo! Un diputado del PRI toma su oficina por la fuerza. ¡Horror de horrores! Le gritan asesino al secretario de Seguridad Pública. ¡Agárrese! Miguel Bosé llora en Cuba.
¿A usted no le da flojera? A mí, sí. ¿Por qué? Porque estos, más muchos otros datos reportados en los últimos días, son la cereza de un inmenso pastel de basura que usted y yo nos hemos estados comiendo en los últimos meses.
¿De qué nos sirve enterarnos, como gran nota del día, de que Cristian Vargas rompió la puerta de su oficina?
¿Es para que nos escandalicemos y digamos: ¡oh!, qué mal está el país que hasta los diputados, que deberían poner el ejemplo, se imponen a base de golpes y cristalazos?
¿Es para que tomemos partido y lo justifiquemos alegando: es que, pobrecito, los perredistas lo provocaron? ¿Es para que nos alarmemos con sus declaraciones al respecto?
En San Lázaro, las cosas están muy rudas. No hay día en que no haya gritos. Gerardo Fernández Noroña, por ejemplo, le dijo asesino a Genaro García Luna frente a sus compañeros, cámaras y micrófonos.
Por supuesto, inmediatamente comenzó el talk show. Que si el nivel de nuestros legisladores es una vergüenza, que si no era la manera, que si García Luna no debió haber recibido ese trato, que si Fernández Noroña no tiene calidad moral.
¡Bueno, pues qué esperaban! En un país como México, en un momento como éste, las cosas no podrían ser diferentes. Qué bueno que nuestros diputados andan bravos, qué bueno que protestan y que dicen lo que piensan.
Yo prefiero eso a un montón de borregos que todo lo vean bonito y que a todo le digan que sí. San Lázaro hoy, más que nunca, refleja lo que usted y yo vivimos en nuestra vida cotidiana, y si usted y yo tenemos que aprender a resolver en semejante contexto, ¿por qué ellos no?
Y luego está lo de Juanes y Miguel Bosé en Cuba. A ver, seamos sinceros. ¿A usted le afecta en algo que estas estrellas canten en La Habana? ¿Para usted representa algo fundamental?
¡Es pura publicidad! Si Juanes, Miguel Bosé y sus amigos querían hacer algo por la humanidad, ¿no hubiera sido más efectivo haber hecho alguna otra cosa?
Qué pena tener que decirlo, pero atrás de esta historia sólo está la soberbia de unos cantantes que se creen tan fabulosos, que piensan que con un vil concierto están haciendo historia, y que se sienten tan divinos que asumen que, por el inmenso favor de su presencia, cualquier régimen los va a complacer hasta en el más mínimo de sus caprichos.
¿Quién grabó el video que le está dando la vuelta al mundo sobre esto si no fue su misma gente?
En fin, usted y yo podríamos pasar días enteros desmenuzando cualquiera de estos puntos, pero la cuestión no es ésta sino los retos de la nueva realidad que estamos viviendo.
¿Nos la vamos a pasar discutiendo historias como la de Juanito de aquí a las próximas elecciones?
¿Qué ganamos? ¿Usted vive en Iztapalapa? ¿Usted vive en el Distrito Federal? ¿Su vida cambiaría en algo si este señor le entregara su cargo a Clara Brugada, a Beatriz Paredes o a Mickey Mouse?
No sé usted, pero yo ya estoy harto de Juanito. Clavarse en esta clase de cuentos es como drogarse. ¡Uy, sí, qué emoción! ¡Qué chistoso! ¡Cómo se sentirá Andrés Manuel López Obrador! ¡Cómo se sentirá Felipe Calderón! ¡Qué chido!
¿Y luego? ¿Nos clavamos con Josmar, contratamos a otra Paca o qué?
¿Por qué le digo que todo esto es un reto? Porque son noticias reales, porque para bien o para mal, son las historias que están funcionando en términos de ventas (Alex Lora, autor de “La rola de Juanito”, no es tonto) y porque a los periodistas que hablan de otras cosas (las fuertes), los marginan o los matan.
Sí está complicado porque, además, tanto insistir en estas notas (como con toda buena droga), ha creado dependencia por parte del público, y porque ha unificado el tono de todas las fuentes periodísticas.
¿Qué diferencia hay entre los comentarios que se hacen de Juanito en los servicios informativos y los que se hacen de Belinda y Cuauhtémoc Blanco en los programas de chismes o de deportes? ¿Qué diferencia hay, ahora, entre los noticiarios y los programas de revista?
Las cosas no están bien, nada bien. Por favor, no se distraiga ni permita que lo distraigan. Hay que resolver. Urge resolver. ¿A poco no?
alvarocueva@milenio.com
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