ANDENLE...NO QUE NO?

Objeciones de la memoria
Martí Batres Guadarrama
06 de junio de 2008

Si los mexicanos amaneciéramos todos los días con noticias sobre las buenas decisiones tomadas por el Congreso de la Unión, seguramente sería muy difícil hablar de consultas, plebiscitos o referéndums. Desafortunadamente no siempre las decisiones tomadas ahí son positivas.

Por ejemplo, la actual legislatura aprobó una reforma a la Ley del ISSSTE que afecta a los trabajadores del Estado, sin que éstos hayan sido tomados en cuenta para avalar el dictamen respectivo. En la pasada, la Cámara de Diputados aprobó el desafuero del jefe de gobierno del Distrito Federal. En la LVII Legislatura (1997-2000), avaló el Fobaproa. Y en la LVI (94-97), elevó el IVA de 10 a 15%.

Esto quiere decir que no siempre el Congreso toma las mejores decisiones, y que las mismas podrían mejorar significativamente si antes se consultara a la población.

Por eso, frente a un asunto tan delicado como el relativo al dominio de la nación sobre sus energéticos, particularmente el petróleo, y la empresa Pemex, es indispensable consultar a la ciudadanía.

Ya las encuestas revelan que 80% desea que haya una consulta sobre el tema. Los legisladores no son infalibles y no se representan a sí mismos, sino al pueblo. En efecto, los órganos legislativos toman cientos de decisiones y no pueden someter a consulta popular cada una de ellas. Pero hay temas que por su trascendencia deben ser sometidos a la decisión final del pueblo. Finalmente, en nuestro sistema constitucional el pueblo es el sujeto político jerárquicamente más importante de todos.

Esto no debería sorprender a quienes dicen buscar que México se convierta en un país de primer mundo, pues precisamente en estas naciones es donde más se practican este tipo de consultas. En Canadá sometieron a referéndum los regímenes autonómicos y hasta los intentos secesionistas de alguna de sus provincias. En España el ingreso a la OTAN fue sometido a plebiscito ciudadano. Algunas naciones llevaron a consulta general su integración a la Comunidad Europea y la aceptación del euro como moneda de curso. Y estamos hablando de países de primer mundo y de temas muy importantes.

Aquí mismo, en la ciudad de México, fuerzas políticas como el PAN y el PRI promovieron un plebiscito para decidir si debía hacerse o no el segundo piso del periférico en la administración pasada.

Por tanto, nadie debería oponerse a una consulta nacional sobre la reforma energética. Si el pueblo decide, no hay posibilidad alguna de que los legisladores se equivoquen.

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