DON BERNARDO BÁTIZ

Datos y enredos
Bernardo Bátiz V.
La política es cosa seria, por tanto, hay que tomarla con buen humor y, al practicarla, aceptar que es lícito usar la ironía en los debates, pero no la mala intención ni la falsedad; requiere de un alto grado de salud mental y eso necesariamente implica hacer a un lado las actitudes sombrías, las poses teatrales y principalmente evitar acciones empañadas con malas intenciones y engaños; es necesario basar las argumentaciones en datos duros y comprobables y evitar, hasta donde esto sea posible, el chismorreo y los dimes y diretes.

No podemos si no observar el contraste de lo que sucede en el Distrito Federal, en comparación con lo que vemos y vivimos a nivel nacional. En la ciudad de México, el secretario de Finanzas anuncia, con base en información del INEGI, que mientras en el resto del país el desempleo se disparó, en la capital bajó en el último trimestre del año pasado, respecto del anterior, de 6.3 por ciento a 5.8 por ciento.

Esto significa que a pesar de la crisis mundial y nacional, en la ciudad de México se ha contado con mejores instrumentos para paliarla y sobrellevarla; el hecho de que el desempleo sea proporcionalmente menor que en el resto del país, es un signo indicativo de cierta solidez de la que se carece en otros ámbitos.

Las causas de que aquí estemos mejor preparados para resistir el vendaval no se pueden improvisar ni se presentan de un momento a otro, la inversión pública creció durante el gobierno anterior en la ciudad y no se ha detenido bruscamente ese crecimiento en el actual; la atención a problemas sociales y mecanismo baratos y eficaces para redistribuir la riqueza y buscar con ello equilibrios sociales, son amortiguadores económicos que impiden que las islas de pobreza extrema se extiendan y, en cambio, disminuyan paulatinamente. Una de esas medidas que hace que la riqueza circule más fluidamente que en otros lugares y que reactiva la economía local es el reparto mensual del apoyo para los adultos mayores, entre otras medidas atinadas.
Por ello, aunque no quisiéramos, tenemos que lamentar lo que sucede en el gobierno federal; pondré tan sólo dos ejemplos. Uno de ellos es el reiterado anuncio amenazante de que la ciudad va a tener que conformarse con menos agua, que periódicamente hace el funcionario que debiera estar preocupándose por resolver el problema, pero que tan solo está pensando en como amedrentar a los citadinos; hay muchas medidas para ahorro de líquido que José Luis Luege Tamargo podía emprender para controlar lo que sin duda puede causar un grave daño a la capital; ese es su trabajo y no sólo el de estar pregonando crisis irreversibles y restricción del suministro.

El otro ejemplo es el chismorreo que hay entre funcionarios de alto rango, que se espían, calumnian, ponen zancadillas y exhiben públicamente unos a otros como si su trabajo fuera dirimir en público sus problemas y diferencias personales. Es enfermizo ocuparse de los comunicados anónimos, que cuando se reciban, deben de inmediato tirarse a la basura y es más enfermizo aún, espiar a compañeros de trabajo, subordinados o posibles o reales rivales y contrincantes políticos. El espectáculo que dan los funcionarios relacionados con el área de las comunicaciones apena verdaderamente a quienes vemos a que grado de bajeza se ha llegado.

Sin embargo, no debiéramos de extrañarnos, puesto que es lo que ellos desataron; la campaña de calumnias en contra de Andrés Manuel López Obrador fue el ensayo de lo que ahora hacen, entonces para detener a quien el pueblo favorecía con su voto, hoy, para golpearse entre sí. Empezar un juego tan negativo es sumamente peligroso, se sabe en donde se inicia la pendiente, pero nunca hasta donde va a llevar a los que se atreven a iniciar el descenso.
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