DIGNIDAD ANTE TODO

¿CREEN LOS MUGROSOS NEOLIBERALES QUE NOS APLASTARÁN COMO PIOJOS? PUES DESDE AQUÍ LOS MANDAMOS AL CARAJO Y REPETIMOS:SEGUIREMOS RESISTIENDO. PODRÁN OPRIMIRNOS,PERO NUESTRA ALMA Y NUESTROS IDEALES NO LOS PUEDEN TOCAR.¡FUERA EL PELELE VENDEPATRIAS!
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Matthias Sindelar
Retó a Hitler
El futbolista austriaco prefirió morir antes de jugar para la selección alemana
Redacción
El Universal
Ciudad de México
Miércoles 18 de marzo de 2009 | 10:23

Matthias Sindelar quien fuera considerado como el mejor futbolista de los años 30 y símbolo de la selección austriaca, prefirió una muerte digna antes de vivir arrastrando su conciencia al servicio de un tirano que había decidido que el deporte sirviera para sus fines propagandísticos.

Meses antes del mundial a celebrarse en 1938 en Francia, Alemania anexionó a Austria, pero la FIFA impidió disputar el mundial a un país que ya no existía. Los alemanes, conscientes de la calidad que había en aquel equipo, "invitaron" a los mejores jugadores de Austria a incorporarse al equipo con el que Hitler pretendía apuntarse otro triunfo propagandístico.

Sindelar se negó a vestir aquella camiseta y mucho menos hacer el saludo nazi antes de los partidos. Lo intentaron convencer de muchas maneras, pero la respuesta siempre fue la misma. Lo que acabó por sentenciar a Sindelar fue el partido amistoso entre Alemania y Austria con la que las autoridades pretendían festejar la anexión.

En la despedida de la selección de Austria Sindelar se alineó con sus compañeros de selección. Dicen las crónicas que jugó el mejor partido de su vida y que se resistió a la orden de dejarse perder. En el minuto 70 marcó un gol y se dirigió al palco haciendo un baile burlón. Alemania, humillada por un jugador de origen judío, le invitó por última vez a su equipo, pero no aceptó.

A partir de ahí los nazis iniciaron una búsqueda implacable de Sindelar, que intentó escapar sin suerte a Suiza, lo que sí logró alguno de sus compañeros. Se escondió en un sótano mientras los alemanes ofrecían recompensas por su paradero.

Sabía que solucionaría todo vistiendo la camiseta alemana y saludando al Führer desde el centro del campo, pero siempre se negó a ello. Siguió escondido consciente de que fuera le esperaba un viaje sin retorno a un campo de concentración o una ejecución apresurada.

Decidió que aquella no era forma de vivir y escogió la mejor muerte que se le ocurrió. Se encerró en la habitación con su novia, Camila, y abrió un hornillo de gas. En enero de 1939 los encontraron tendidos en el suelo. Cuarenta mil personas acudieron al entierro desafiando la orden dada por los alemanes. El justo adiós para quien fue considerado el "Mozart del fútbol", un hombre que simplemente no se resignó.

*Con información de El Faro de Vigo