BOLILLOS PODRIDOS.



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Los panistas
Guadalupe Loaeza
28 Jul. 09

¡Qué raros son los panistas!, especialmente los neopanistas, me refiero a la elite panista que nació a finales de los cincuenta y principios de los setenta. Algo me dice que esta nueva generación padece el síndrome de Peter Pan, es decir vive sumida en una eterna adolescen- cia. Se diría que despertaron al mundo el mismo día en que entraron a la política; de pronto descubrieron el gusto por el poder, por el dinero, por el sexo y hasta por las ¡malas palabras! Ellas, dejaron su modo bonito de hablar al mismo tiempo que las faldas escocesas y los zapatos tipo mocasines, por pantalones, blusas más entalladas y tacones altísimos. Como políticas son muy competitivas, autoritarias, ambiciosas pero sobre todo, inescrupulosas, capaces de todo con tal de obtener sus objetivos. Ellos, más atrevidos que su papá (también panista) quisieron, sin un ápice de remordimientos, volverse "galanes" las 24 horas, se compraron sus trajes Hermenegildo Zegna y sus corbatas Hermés, sin olvidar, naturalmente, la camioneta último modelo, esto obviamente no los hace más sofisticados, sino todo lo contrario, los hace aparecer como los típicos nuevos ricos. Desafortunadamente esto no es nuevo. En su ensayo La crisis de México, escrito en 1946 -publicado en nuestro periódico en el suplemento Enfoque (19 de julio 2009)-, don Daniel Cosío Villegas se preguntaba acerca de los panistas de entonces, quienes finalmente se parecían a los actuales: "Y, ¿quiénes son los hombres de Acción Nacional? Son los que en el porfirismo se llamaban personas decentes, lo cual quería decir, en la forma, una reminiscencia muy lejana del vestir inglés y, en el fondo, una mentalidad señoritil". Pero desafortunadamente estos nuevos funcionarios ya no se pueden ufanar de ser "personas decentes", muchos de ellos, cuentan con demandas o bien salen en la revista Proceso señalados por su falta de transparencia. No faltan aquellos que son señalados por actos de corrupción, abuso de poder y nepotismo. Usos y costumbres que no solíamos identificar con los panistas; por eso sus detractores ahora los tachan de "doble cara" y de hipócritas. De hecho los panistas están poniendo de moda otra vez el dedazo, ése que viene desde Los Pinos y que tanto criticaban cuando eran oposición.

Al hablar de estos nuevos panistas -regidores, presidentes municipales, diputados locales, federales, gobernadores, miembros de la dirigencia partidista- no podemos dejar de mencionar su formación educativa. Prácticamente todos se formaron en universidades de paga como el Tec de Monterrey, la Ibero, la Anáhuac, la Panamericana o el ITAM. Los más privilegiados hicieron maestrías en universidades de Estados Unidos, todo lo cual hace que tengan una percepción de la realidad del país muy sui géneris, de allí su falta de sensibilidad social y su falta de cercanía con millones de mexicanos que pertenecen a otro mundo, el cual ciertamente no es el suyo. En el texto don Daniel citado líneas arriba ya se refería, precisamente, a esta falta de sensibilidad muy característica de este partido: "La derecha mexicana, como la de todo el mundo, no es la mano cordial; carece de la comprensión y de la generosidad de que tanto necesita nuestro desdichado país".

A pesar de aparentar ser muy modernos, otra de las características de esta camada es su conservadurismo, heredado por generaciones, como sus abuelos y sus padres. No obstante su corta edad, están naturalmente contra la despenalización del aborto, la eutanasia, la legalización de las drogas, las uniones de convivencia, etcétera, etcétera. Respecto a lo anterior, viene como anillo al dedo lo escrito también por don Daniel: "En primer lugar, me parece claro que Acción Nacional cuenta con dos fuentes únicas de sustentación: la Iglesia católica y el desprestigio de los regímenes revolucionarios...".

Hoy por hoy estos panistas se encuentran en una verdadera encrucijada, nunca como ahora están divididos: los que piden a gritos una profunda reflexión en relación a los resultados de las pasadas elecciones y por lo tanto la elección de los 370 consejeros que conforman el Consejo Nacional para elegir a su nuevo presidente, y los que apoyan al único candidato que se registró gracias al autoritarismo presidencial. En otras palabras, están hechos bolas. Cómo diría don Daniel Cosío Villegas en el mismo texto donde advertía que si la derecha llegaba al gobierno se derrumbaría: "Esto quiere decir que Acción Nacional se desplomaría al hacerse gobierno. ¿Tendría, llegado ese momento, algo más para vivir por sí misma y guiar al país? No cuenta ahora ni con principio ni con hombres y, en consecuencia, no podría improvisar ni los unos ni los otros. En sus ya largos años de vida, su escasa e intermitente actividad se ha gastado en una labor de denuncia; pero poco o nada ha dicho sobre cómo organizaría las instituciones del país".

No hay duda, Cosío Villegas era un hom- bre muy sabio, pero sobre todo, visionario.

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