SAN MERCADO DE WALL STREET



San Mercado de Wall Street

John Maynard Keynes, el legendario economista británico, dijo en alguna ocasión que el capitalismo es la asombrosa creencia de que los tipos más perversos harán las cosas más perversas posibles para el beneficio de la comunidad en general.


Los eventos recientes en Estados Unidos, que están afectando a todo el mundo, son un ejemplo claro de lo erróneo que es dejar al mercado cabalgar libremente, y también ayudan a recordar lo estúpidas o corruptas (o ambas cosas) que han sido las últimas administraciones federales en México, y el abismo al que los mexicanos están por ser arrojados gracias a Calderón y su equipo.


Si un año atrás alguien nos hubiese dicho que el Secretario del Tesoro estadounidense, Hank Paulson, antiguo hombre fuerte de Goldman Sachs, suplicaría pronto por 700 mil millones de dólares de manos de los contribuyentes norteamericanos para adquirir activos a los bancos, habríamos tachado a ese alguien de "loco".


¡Qué ironía! Aunque fue un hecho espeluznante para la economía mundial, muchos de los que creemos que el capitalismo puro es estúpido, pues hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, gozamos un breve lapso de schadenfreude cuando los políticos norteamericanos aseveraron que sí, que siguen creyendo en el libre mercado, pero con la excepción de esos momentos en el que el gobierno debe intervenir para evitar el colapso del sistema financiero.


"¡Tomen su Fobaproa!", seguramente pensaron muchos mexicanos, cuyos bisnietos tienen el futuro hipotecado por la voracidad de unos cuantos banqueros privilegiados por el régimen en turno.


Lo delicado del asunto, como se está demostrando ahora en Estados Unidos, es que es imposible dibujar la línea entre el fanatismo del libre mercado y la realidad. Ahora los norteamericanos se están percatando de que el sector de las aseguradoras, al estar tan íntimamente relacionado con el sector bancario, va en efecto dominó tras el credit crunch, y así el gigante AIG ha tenido que ser también rescatado.


Y no sólo eso, sino también General Motors (GM). El fabricante de automóviles nacido en 1908 y con sede en Michigan anunció el pasado martes que está en riesgo de quedarse sin liquidez durante el primer semestre del 2009. El precio de su acción se ha desplomado 92.6 por ciento en 13 meses, y el Congreso estadounidense está consciente de que uno de cada 10 empleos en Estados Unidos está relacionado con la industria automotriz.


Y éste es un problema de gran envergadura, porque GM ha puesto su petición de rescate al gobierno estadounidense en los mismos términos y con idéntico lenguaje al utilizado por los bancos. Para complicar el asunto, GM y la fabricación de autos están cerca del corazón norteamericano, de la percepción que poseen de sí mismos como pioneros y creadores.


¿Dónde dibujará Estados Unidos la línea entre el sermón del libre mercado y la realidad (i.e. que Keynes tenía razón)? Hoy la realidad es que los norteamericanos pagan impuestos para rescatar a un puñado de supuestos hombres de negocios a quienes la "mano invisible" les pasó, cuando mucho, por el "arco del triunfo".


Y ahora está el tema del petróleo, el cual debemos analizar a la luz de lo que sucede en Estados Unidos. Por ejemplo, ya que el Congreso hizo de títere de Los Pinos una vez más, ahora sí Georgina Kessel, Secretaria de Energía, fue esta semana a un foro mundial y reconoció que empresas privadas realizan 70 por ciento de las actividades que constitucionalmente son responsabilidad de Pemex en las áreas de exploración y producción.


Kessel anticipó en dicho foro que los contratos que el Gobierno federal firmará con la IP, gracias a la reforma aprobada el mes pasado, incluirán la posibilidad de "hacer un pago adicional" al contratista privado. Esto es un indudable paso hacia la privatización, pues rompe el esquema de un simple y llano subcontratista, y acerca al sector privado a una participación de igual a igual con la paraestatal, vulnerando parcialmente los principios jurídico-administrativos de la contratación pública de personas privadas.


El sector financiero estadounidense es responsable de haber facilitado el otorgamiento de créditos irresponsables, a diestra y siniestra, y con el gobierno pecando de omisión... y se les va a rescatar. GM es responsable de producir autos muy caros, con una calidad idéntica o inferior a la competencia internacional, y posiblemente se le rescate. Ahora que Pemex va en camino de ser lo que Calderón y sus patrones desean, es oportuno preguntarnos: ¿cuándo los vamos a tener que rescatar y a qué precio?


Puedo apostar a que, de la misma forma en que el gobierno de Estados Unidos se ha mordido la lengua, los actuales exégetas de vender Pemex en trozos terminarán sangrando de la boca... pero, eso sí, con los bolsillos llenos.


Con base en lo dicho por Keynes, es justo decir que confío en la IP, siempre y cuando el Gobierno vigile que sus ganancias no sean al precio del bienestar de la comunidad. El problema es que no confío en este gobierno. ¿Y usted?

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