CUANDO LAS VIBORAS CAMBIAN DE CHICHIS


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Cuando las víboras cambian de chichis
Las críticas, felicitaciones y comentarios recibidos sobre Política cero en MILENIO Televisión me llevan a pensar que, contra lo que afirma de manera temeraria ese prócer de la izquierda homogeneizada y pasteurizada, Jesús Ortega, las víboras no sólo tienen chichis, sino que hasta las pueden exhibir infestadas de silicona. Por eso cambian de piel para mimetizarse con las necesidades coyunturales del miedo ambiente, son poseedoras de los secretos de la hipnosis y portan venenos que deyectan mientras distraen a sus víctimas descendiendo teibolerísticamente de un tubo.

Se ve que El Chucho mayor no ha examinado nunca con detenimiento a un bífido eficientemente enroscado como el de la reforma energética que genera orgasmos entre sus entusiastas (como no conocen a Dios, a cualquier barbón se le hincan), pues sus bubis pueden competir con las de Ninel Conde.

Ya nomás falta que el rey del chuchinero también nos pida que guardemos la calma, que no panda el cúnico, que no caigamos en la provocación, que todo va a salir bien, que nos pongamos flojitos y cooperando, que con el capitalismo salvaje vamos a tener todo... menos miedo. Instrucciones como las que nos dejaron los comandantes de la marinería del libre mercado y la especulación bursátil poco antes de saltar del barco para mirarlo cómo se hundía.

Para el perradón de mexicanos serenidad y paciencia, para los yuppies y plutócratas alfombra roja para treparlos a las lanchas salvavidas.

Ya incrustados en el iceberg de la recesión, y ante los almirantes de la economía que gritan "¡Inversionistas y especuladores primero!", me siento como el director del cuarteto de violines del Titanic, que en vez de buscar una puerta de emergencia les dice a sus compañeros: Ha sido un honor tocar con ustedes.

Ustedes no se preocupen, no pasa nada, les va a doler pero les va gustar, los Chicago Boys están trabajando, disculpe las molestias que la reingeniería financiera pudiera ocasionarle. Cuando los neoliberales laboran, la cosecha de pobres nunca se acaba.

Se colapsa el sistema capitalista tal y como lo conocemos (and I feel fine), y los fanáticos de la avaricia recurren a la mercadotecnia para explicarnos que el capitalismo tiene que ser mas salvaje que nunca para salvar al mundo libre de las tentaciones del comunismo primitivo. Eso mientras recurren a esquemas marxistas-leninistas-populistas que tanto abominan para sacar al buey de la barranca.

Hay algo peor que un ciego que no quiere ver: un Chucho que no ve chichis.
jairo.calixto@milenio.com

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