Condena AMLO muerte de mexicano en EU
Considera que Gobierno de Felipe Calderón ha fallado en llegar en hacer pactos con EU para permitir trabajar a personas de origen mexicano
REFORMA / Redacción
Ciudad de México (4 junio 2010).- Andrés Manuel López Obrador condenó el asesinato del migrante Anastasio Hernández Rojas por parte de policías de la guardia fronteriza, al señalar que el mantenimiento de la legalidad en esa nación no debe llegar a extremos donde se violen derechos humanos y se llegue al asesinato.
Por medio de un comunicado de prensa, López Obrador dijo que el asesinato de Hernández Rojas muestra los extremos a los que se llega cuando no se respetan los derechos humanos elementales y en su lugar se dan actitudes xenofóbicas y racistas en las policías de seguridad de los Estados Unidos.
Asimismo, subrayó que los excesos de las fuerzas policiacas norteamericanas constituyen un acto de auténtica barbarie, al tiempo que puntualizó que la preservación del orden y la ley no pueden derivar en el asesinato de ciudadanos inermes que viven y trabajan en el vecino país del norte.
Expresó que las descargas eléctricas y fractura de cráneo que causaron la muerte a Hernández Rojas no pueden constituir la manera de preservar el estado de derecho.
López Obrador expresó su repudio a tales hechos y exigió que los policías responsables reciban el castigo suficiente para que otros elementos se abstengan de cometer actos semejantes.
Consideró que el Gobierno de Felipe Calderón ha fallado en llegar a los acuerdos necesarios con las autoridades federales y estatales norteamericanas que permitan la estancia ordenada y legal de trabajadores transitorios y residentes, con pleno reconocimiento a las realidades económicas de ambos países.
"La respuesta de las autoridades mexicanas ha sido escasa, irresponsable y a todas luces insuficiente para resolver los problemas de nuestros trabajadores migrantes, mientras aumentan día a día los atropellos hacia los ciudadanos de origen mexicano en los Estados Unidos", aseveró.
Hernández Rojas fue golpeado el viernes 28 de mayo por agentes federales estadounidenses a unos pasos de la frontera con México y falleció la tarde del lunes en un hospital de Chula Vista, California, donde permanecía internado con diagnóstico de muerte cerebral.
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